Un cuento aterriza el día de Navidad en Cuenca

Kawthar, una niña de 10 años, escribió un cuento en un taller celebrado en noviembre en la biblioteca María Moliner de Zaragoza. Lo ató a un globo y fue lanzado al aire con otros 400 la mañana de Nochebuena en la plaza del Pilar. El globo de Kawthar salió volando y apareció al día siguiente enganchado a un arbusto en Hontecillas, un pequeño pueblo de Cuenca. Lo encontró Fran Blanco, un vecino que pasaba en moto por allí.

Parece un cuento de Navidad pero es otra historia real gracias al proyecto Cuentos al viento, de la asociación zaragozana Atrapavientos, especializada en literatura infantil y juvenil y en campañas de animación a la lectura. Este es el tercer cuento viajero que encuentra un destinatario, tras otros dos que volaron en primavera de Zaragoza a Caldearenas (Huesca) y Francia.»Hola, solo quiero decirte que he encontrado tu cuento atado a un pequeño globo azul. Es muy bonito y me ha permitido ver que tienes un montón de buenos recuerdos. Lo encontré en un campo rodeado de pinos y encinas cerca de un pequeño pueblo de la provincia de Cuenca llamado Hontecillas, en la mañana del día de Navidad. En realidad creo que lo ha traído Papa Noel porque de otra manera es imposible recorrer tanta distancia. Más de 250 kilómetros. Imagínate las veces que tendrás que ir al colegio para recorrer esa distancia», le ha respondido Fran a la la joven autora.

Cuentos al viento es un proyecto original de fomento de la escritura y la lectura nacido en Zaragoza. La asociación Atrapavientos imparte talleres de escritura creativa en colegios y bibliotecas. Después, los cuentos se atan a globos de helio y se dejan volar. Los cuentos van acompañados de una pequeña explicación del proyecto y una dirección a la que escribir por si alguien los encuentra. Un globo de helio puede recorrer cientos de kilómetros en 24 horas.

El globo de Kawthar recorrió al menos 250 kilómetros (la distancia en línea recta entre Zaragoza y Hontecillas). Fran lo encontró cuando salió a dar una vuelta en moto la mañana del día de Navidad. «Vi a lo lejos un pequeño globo azul luchando por liberar su cordel de un rastrojo. En un principio no le di importancia y pensé que el globo sería parte de alguna celebración de Nochebuena o un cumpleaños. Seguí por el camino, pero poco después decidí desviarme y recogerlo», cuenta Fran en un mail.

«Ante mi sorpresa, vi que había una nota escrita. Llamó mi atención que el papel se encontraba en buen estado y completamente seco a pesar de estar en mitad del campo y del frío y humedad que había hecho durante la mañana. Cuando comencé a leer comprendí de qué se trataba. Me asombró la distancia que el globo había recorrido en un solo día e inmediatamente pensé en los lugares por los que habría sobrevolado hasta alcanzar aquel lugar. Imagino que cruzar las serranías de Teruel y Cuenca no debió ser sencillo en plena noche del mes de diciembre, con temperaturas por debajo de cero. En resumen, encontrarlo supuso una gran alegría», señala.